sábado, 13 de junio de 2015

SISTEMA NERVIOSO ESTRUCTURA Y FUNCION

La evolución de los sistemas nerviosos

Durante la evolución de los invertebrados, los receptores sensoriales y el tejido nervioso tendieron a concentrarse en la región anterior del cuerpo. Este proceso, llamado encefalización o cefalización, dio origen al encéfalo. Otras tendencias evolutivas han sido el aumento de tamaño del encéfalo (en relación con el peso corporal) y la aparición de estructuras duras que lo rodean y protegen. Esto llevó a la aparición de un sistema nervioso central, formado por el encefalo, el tronco encefalo y medula espinal, y otro periférico, formado por los ganglios y los nervios distribuidos por todo el cuerpo.
El tamaño de la cavidad craneana parece haber operado como un límite físico al aumento del tamaño del cerebro. Sin embargo, en los primates, este límite fue superado por el plegamiento de la corteza cerebral y su consiguiente aumento de superficie. Los organismos más simples carecen de verdaderos sistemas nerviosos, pero todos tienen la capacidad de responder a estímulos ambientales y procesar información.

Importancia del sistema nervioso

El sistema nervioso y el sistema endocrino coordinan e integran a los otros sistemas de órganos y favorecen la optimización de todos los procesos del organismo. El sistema nervioso, especializado en una comunicación rápida y puntual, utiliza un lenguaje de señales quimioeléctricas muy veloces. El sistema endocrino utiliza señales químicas (hormonas) que desencadenan respuestas en forma mas lenta.
El sistema nervioso coordina e integra todas las funciones del organismo; sus receptores sensoriales seleccionan información de origen externo e interno; transmite e integra la información que recibe; permite la toma de decisiones y canaliza la información hacia órganos o tejidos específicos; almacena información, que puede ser recuperada cuando es requerida; se puede modificar estructural y funcionalmente frente a los cambios y estímulos, lo cual contribuye al aprendizaje; ciertos componentes o circuitos de células nerviosas pueden generar patrones de actividad que contribuyen al comportamiento global del animal.

La neurona: la unidad estructural y funcional del sistema nervioso

Las neuronas están formadas por un cuerpo (soma) con múltiples prolongaciones cortas (dendritas) y una prolongación extensa (axón). Cada neurona recibe información a través de sus dendritas, la procesa en el soma y la envía, a lo largo del axón, hasta la sinapsis con otra neurona.
En las neuronas sensoriales, en el caso de una neurona bipolar, esta transmite impulsos desde los receptores sensoriales hacia el sistema nervioso central; el cuerpo celular con frecuencia sobresale a un costado del axón largo que se ramifica en ambos extremos. Todas estas neuronas forman conexiones –las sinapsis– con otras neuronas. Algunas interneuronas, localizadas en regiones particulares del sistema nervioso central, tienen un sistema complejo de dendritas y un axón corto con ramificaciones, o carecen de axón. Intervienen en el establecimiento de circuitos nerviosos que procesan la información entrante.
Las neuronas motoras y las de proyección se caracterizan por tener un cuerpo celular con numerosas dendritas y un axón largo, con ramificaciones en su extremo.
En los invertebrados y los vertebrados, los somas se encuentran agrupados en ganglios en el sistema nervioso periférico y en núcleos en el sistema nervioso central. Los axones se agrupan en nervios en el sistema nervioso periférico y haces o fascículos en el sistema nervioso central. Las neuronas están rodeadas por las células de la glía, que actúan como tejido de sostén, facilitan la nutrición de las neuronas y la eliminación de sus desechos metabólicos, colaboran en la defensa, actúan como guías para el desarrollo neuronal y forman la vaina de mielina.
Hay cuatro tipos de neuronas: sensoriales (reciben información sensorial y la transmiten al sistema nervioso central), interneuronas (transmiten señales dentro del sistema nervioso central), de proyección (retransmiten señales dentro del sistema nervioso central) y motoras (transmiten señales fuera del sistema nervioso central).
Las neuronas pueden procesar y transmitir información mediante señales bioeléctricas o químicas. Las señales bioeléctricas son producidas por el movimiento de iones a través de la membrana celular; las químicas son moléculas que actúan como neurotransmisores.

El sistema nervioso de los vertebrados

Los vertebrados poseen un sistema nervioso central (encéfalo tronco encefalo y médula espinal) y un sistema nervioso periférico (nervios con vías sensoriales y/o motoras). El sistema periférico lleva información desde el ambiente interno y externo al sistema central y desde éste a los efectores musculares y glandulares. El sistema periférico se divide en dos subsistemas: somático y autónomo. El somático sensorial (aferente) conduce información sensitiva desde la periferia y el cuerpo; el somático motor (eferente) controla principalmente en forma voluntaria a los músculos esqueléticos. Las vías motoras del autónomo controlan en forma involuntaria los músculos lisos y el cardíaco y sus vías sensitivas traen información desde las vísceras y el ambiente interno.

Subdivisiones del sistema nervioso de los vertebrados

El sistema nervioso de los vertebrados se compone de dos partes: el sistema nervioso central, contenido en el cráneo y la columna vertebral, y el sistema nervioso periférico, localizado fuera de la protección ósea.
La médula espinal actúa como un enlace entre el encéfalo y el resto del cuerpo, transmite información en ambos sentidos y posee algunos circuitos que controlan la locomoción, los esfínteres y otras funciones. Está protegida por la columna vertebral. Es un cilindro delgado que tiene un área central de sustancia gris y otra periférica de sustancia blanca.
La médula espinal continúa en el encéfalo, encerrado en el cráneo, que comprende el cerebro, el diencéfalo, el cerebelo y el tronco o tallo cerebral. El tronco encefalo está formado por el mesencéfalo, la protuberancia y el bulbo raquídeo. Dentro del tronco cerebral hay núcleos que comandan algunas funciones reguladoras automáticas importantes, como la respiración, la frecuencia cardíaca y la presión sanguínea. El cerebelo se relaciona con el equilibrio y la coordinación motora.
El diencéfalo interviene en el procesamiento de información, la regulación de las funciones viscerales y endocrinas y la regulación de los ritmos biológicos. En el cerebro tiene lugar el principal procesamiento sensitivo de la información entrante y se generan las salidas motoras que controlan a los músculos corporales. En los vertebrados, el cerebro está diferenciado en dos hemisferios (derecho e izquierdo).
El sistema nervioso central está protegido por hueso y por varias membranas que en conjunto reciben el nombre de meninges. Está bañado por el líquido cefalorraquídeo, que transporta nutrientes y linfocitos y actúa como un amortiguador de impactos. Las barreras hematoencefálica y hematocefalorraquídea regulan el pasaje de sustancias desde la circulación sanguínea al tejido nervioso y al líquido cefalorraquídeo, respectivamente.
El sistema nervioso periférico está constituido por nervios y ganglios que parten del sistema nervioso central y llegan a los tejidos y órganos del cuerpo. Los axones de las neuronas sensoriales y motoras forman los nervios craneales (conectados directamente con el encéfalo) y los espinales o raquídeos (conectados con la médula espinal).
Los cuatro tipos de neuronas suelen estar interconectados mediante arcos reflejos que permiten respuestas rápidas y eficientes. En un arco reflejo, el estímulo recibido es conducido por una neurona sensorial a la médula espinal. Allí hace sinapsis directamente con una neurona motora, o con una o más interneuronas y luego con una neurona motora. Por último, la neurona motora activa al efector que lleva a cabo la acción refleja. Las acciones reflejas son respuesta básicas, involuntarias, innatas, estereotipadas y de alto valor adaptativo.
El sistema nervioso somático controla en forma "voluntaria" los músculos esqueléticos; el sistema nervioso autónomo controla en forma "involuntaria" el músculo cardíaco, las glándulas y los músculos lisos de los sistemas digestivo, respiratorio, excretor y reproductor. El sistema somático puede estimular a un efector, pero no puede inhibirlo. El sistema autónomo, en cambio, puede estimular o inhibir la actividad de un efector.
Los cuerpos de las neuronas motoras del sistema somático se localizan dentro del sistema nervioso central y sus axones corren sin interrupción hacia los músculos esqueléticos. El sistema nervioso autónomo tiene neuronas preganglionares -cuyos axones emergen del sistema nervioso central y terminan en los ganglios- y posganglionares, cuyos axones emergen de los ganglios y terminan en los efectores.
El sistema nervioso autónomo posee una división simpática y una división parasimpática. La noradrenalina es el principal neurotransmisor posganglionar del sistema simpático; la acetilcolina es el principal neurotransmisor del parasimpático. Estas dos divisiones tienen un efecto antagónico sobre la mayoría de los órganos internos. La parasimpática regula las actividades restauradoras del cuerpo, la simpática prepara al cuerpo para la acción.

El impulso nervioso: una corriente de información

Cuando se introduce un microelectrodo en un axón (u otra región de la neurona), se observa una diferencia de potencial eléctrico entre los medios intracelular y extracelular. Esta diferencia es el potencial de membrana, que se modifica en respuesta a ciertos estímulos.
La diferencia de potencial que se observa en la membrana de una neurona en ausencia de estímulos se denomina potencial de reposo. El potencial que se genera en el axón en respuesta a un estímulo supraumbral se llama potencial de acción. Los potenciales de acción de una neurona son casi siempre iguales en forma y amplitud. La diferencia en la respuesta frente a un estímulo débil y uno intenso es la frecuencia de los impulsos nerviosos que se generan.
La existencia de sistemas de transporte pasivo (canales iónicos) y activos (bombas de Na+-K+) le permite a la neurona permanecer en un estado estacionario, en el que la concentración intracelular de iones es distinta de la extracelular. La concentración extracelular de Na+, por ejemplo, es mayor que la intracelular; la del K+, en cambio, es mayor en el interior de la célula. En el estado de reposo, el valor del potencial de membrana es -70 mV.
Cuando un estímulo químico o eléctrico eleva el potencial de membrana por encima de cierto umbral, se abre un gran número de canales de Na+. Este ion ingresa en la célula y el potencial de membrana aumenta con rapidez hasta alcanzar valores cercanos a +40 mV (despolarización). Este cambio, a su vez, induce la apertura de canales de K+. El ingreso en la célula de este otro ion provoca la disminución del potencial de membrana (repolarización). Antes de volver definitivamente al estado de reposo, el potencial de membrana toma brevemente valores más negativos que en el reposo (hiperpolarización).
Al abrirse los canales de Na+, la inversión del potencial provoca la apertura de los canales adyacentes, entonces se despolariza la sección vecina de la membrana celular. De esta manera, el impulso nervioso se autopropaga a lo largo del axón. Inmediatamente después de abrirse, los canales de Na+ pasan a un breve estado inactivo en el que no se abren aunque se presente un nuevo estímulo (período refractario). Esto evita que el impulso nervioso se propague "hacia atrás" y que un potencial de acción se junte con el siguiente.
Los axones largos de los vertebrados están envueltos en vainas de mielina, formadas por células gliales especializadas. Estas vainas están interrumpidas a intervalos regulares por los nodos de Ranvier. Los iones Na+ y K+ sólo se pueden mover a través de la membrana en la zona de los nodos, por eso se dice que el potencial de acción "salta" de un nodo a otro. Esta innovación incrementa de manera notable la velocidad de la conducción y permite un ahorro enorme de energía.

El potencial eléctrico de membrana

El potencial eléctrico a través de la membrana del axón se mide con microelectrodos conectados a un osciloscopio. Cuando ambos microelectrodos están fuera de la membrana, no se registra ninguna diferencia de potencial. Cuando un microelectrodo se coloca dentro de la membrana, el osciloscopio muestra que el potencial eléctrico en el interior de la neurona es menor que en el exterior y que la diferencia entre los dos es de cerca de 70 milivoltios. Éste es el potencial de membrana en reposo. Cuando el axón es estimulado, la excitación nerviosa se propaga a lo largo de él. Cuando el impulso alcanza la región en la cual se encuentran los microelectrodos, el osciloscopio muestra una breve inversión del potencial de membrana, que se conoce como potencial de acción.

Medición del impulso nervioso

Los impulsos nerviosos se pueden monitorizar con instrumentos de registro electrónico especialmente diseñados. Los impulsos de cualquier neurona son semejantes, o sea, todos los potenciales de acción tienen la misma duración y variación de potencial eléctrico. En un experimento clásico, con una pequeña sonda de punta roma se presiona la piel de un gato, lo cual estimula una neurona sensorial (un receptor táctil). Los impulsos que se generan se transmiten por la neurona hacia el sistema nervioso central. La piel fue tocada y presionada a varias profundidades,  cuanto más profundamente se presionaba la piel, los potenciales de acción se generaban con más frecuencia.

La sinapsis: transmisión de información entre neuronas

Las señales nerviosas viajan de una neurona a otra a través de las sinapsis, que pueden ser de naturaleza eléctrica o química. En las sinapsis eléctricas, los iones fluyen a través de uniones comunicantes entre las membranas celulares de las neuronas involucradas. En las sinapsis químicas no hay contacto entre neuronas. En estas últimas, la hendidura sináptica separa a la célula que transmite la información (célula presináptica) de la que la recibe (célula postsináptica); las señales pasan de una célula a otra mediante moléculas transmisoras.
Cuando llega un potencial de acción a la terminal axónica se produce la liberación de las moléculas transmisoras, que se difunden a través de la hendidura sináptica y se unen a receptores específicos ubicados en la membrana postsináptica. De inmediato, las moléculas transmisoras son removidas o destruidas. Las moléculas transmisoras pueden ser neurotransmisores (generan cambios en la excitabilidad de la membrana), neuromoduladores (regulan señales transmisoras) o neurohormonas (producen efectos en lugares alejados del sitio de liberación). También existen transmisores gaseosos que se difunden a través de la hendidura sináptica. La unión neurotransmisor-receptor puede tener un efecto excitador o inhibidor sobre el potencial de acción.

Fisiología de una sinapsis química

Cada terminación nerviosa finaliza en un botón sináptico. Puede haber miles de botones sobre una única neurona postsináptica y sus dendritas. El impulso nervioso que recorre un axón hace que los canales de Ca2+ de la membrana presináptica se abran. La entrada de Ca2+ provoca que una vesícula libere su contenido de transmisor químico a la hendidura sináptica, por exocitosis, tras su fusión con la membrana plasmática. El número de moléculas dentro de cada vesícula es característico para cada tipo de transmisor. El transmisor se difunde e interactúa con las moléculas del receptor sobre la membrana postsináptica. La subsiguiente apertura de canales iónicos dependientes del ligando permite el ingreso de iones. Esto produce un cambio de potencial en esa membrana (potencial postsináptico). La finalización del efecto del transmisor nervioso es crítica para la transmisión sináptica. En una misma neurona están activadas simultáneamente muchas sinapsis excitadoras e inhibidoras. Si el efecto colectivo es suficiente para inducir la apertura de los canales de Na+, se inicia un impulso nervioso en el axón de la célula postsináptica y un nuevo mensaje es enviado velozmente a una multitud de otras neuronas. El procesamiento de la información que lleva a cabo cada neurona cumple un papel central en la integración y el control que ejercen en forma conjunta los sistemas nervioso y endocrino.

DNA ESTRUCTURA Y REPLICACION

La química de la herencia

El DNA fue aislado por primera vez en 1869 por Friedrich Miescher. Luego se aislaron los distintos tipos de bases nitrogenadas que conforman el DNA y se demostró que el cromosoma eucarionte contenía DNA y proteínas en cantidades aproximadamente iguales. La complejidad de las proteínas llevó a pensar que ellas eran los genes.

La pista del DNA

El DNA es una molécula con forma de hélice que contiene la información genética de los seres vivos. Está formado por cuatro nucleótidos, compuestos por una base nitrogenada, un azúcar de desoxirribosa y un grupo fosfato. Los nucleótidos están constituidos por dos clases de bases nitrogenadas: las purinas adenina (A) y guanina (G), y las pirimidinas citosina (C) y timina (T). Entre los individuos de una misma especie, el DNA tiene igual proporción de A que de T, e igual proporción de G que de C. Todo esto se sabía a comienzos de la década de 1950.

El modelo de Watson y Crick

En 1953, usando la información disponible, James Watson y Francis Crick construyeron el modelo de estructura del DNA que se considera el más explicativo en la actualidad.
En el modelo de Watson y Crick, la molécula de DNA es una doble hélice formada por dos cadenas de nucleótidos apareadas. En cada cadena, los nucleótidos se pueden acoplar en cualquier orden o secuencia. Además, las adeninas de una cadena sólo se pueden aparear con timinas de la otra, las guaninas sólo con citosinas, y viceversa en ambos casos. El apareamiento se mantiene estable mediante puentes de hidrógeno entre los nucleótidos enfrentados. Las cadenas tienen dirección, pues los grupos fosfato forman un puente entre el quinto carbono del azúcar de un nucleótido y el tercer carbono del azúcar del siguiente, que determina un extremo 3' y otro 5'. Las dos cadenas apareadas corren en direcciones opuestas (son antiparalelas).

La doble hélice del DNA

El armazón de la hélice está compuesto por las unidades azúcar-­fosfato de los nucleótidos. Los peldaños están formados por bases nitrogenadas, las purinas adenina y guanina -con una estructura de anillo doble- y las pirimidinas timina y citosina más pequeñas, con su estructura de anillo simple. Cada peldaño está formado por dos bases, una purina enfrentada a una pirimidina. Dos purinas combinadas tendrían más de 2 nanómetros y dos pirimidinas no alcanzarían para cubrir esta distancia. Pero una purina apareada en cada peldaño con una pirimidina mantienen un diámetro constante de 2 nanómetros en toda la longitud de la molécula.
La fotografía de difracción de rayos X del DNA, tomada por Rosalind Franklin, resultó decisiva para la dilucidación de la estructura del DNA.
Las reflexiones que se cruzan en el medio indican que la molécula es una hélice. Las regiones muy oscuras en las partes superior e inferior se deben a las bases, estrechamente apiladas, perpendiculares al eje de la hélice. El conocimiento de las distancias entre los átomos, determinadas con fotografías de difracción de rayos X como ésta, fue crucial para establecer la estructura de la molécula de DNA.

El mecanismo de replicación del DNA

La replicación del DNA es semiconservativa: la doble hélice se abre y cada cadena sirve de molde para la síntesis de una nueva cadena. Así se producen dos réplicas exactas de la molécula original.
La replicación comienza en una secuencia específica de nucleótidos llamada origen de la replicación. Los cromosomas procariontes tienen un solo origen de replicación; los eucariontes varios.
En la replicación intervienen proteínas iniciadoras y enzimas que separan las dos cadenas de DNA. Las cadenas nuevas son sintetizadas por la DNA polimerasa III, que para comenzar su actividad requiere la presencia de un cebador (segmento de RNA sobre el cual inicia la síntesis). Al separarse las dos cadenas originales, se forman dos estructuras en forma de Y, llamadas horquillas de replicación. La replicación avanza en forma bidireccional, porque la síntesis y las dos horquillas de replicación se producen en direcciones opuestas desde un único origen.
La cadena 5' a 3' se sintetiza en forma continua como una sola unidad y se denomina adelantada; la cadena 3' a 5' se sintetiza de manera discontinua, como una serie de fragmentos llamados de Okazaki y se llama cadena retrasada. Cada fragmento de Okazaki es sintetizado en la dirección 5' a 3' y requiere un cebador. Luego, el RNA del cebador es reemplazado por DNA y la enzima ligasa une todos los fragmentos.Las dos cadenas de la doble hélice de DNA se separan y sirven como moldes para la síntesis de nuevas cadenas complementarias. Las helicasas, enzimas que operan en las horquillas de replicación, separan las dos cadenas de la doble hélice original. Las proteínas de unión a cadena simple estabilizan las cadenas abiertas. La DNA polimerasa III cataliza la adición de nucleótidos a ambas cadenas operando sólo en dirección 5' a 3'. Para comenzar a añadir nucleótidos, esta enzima requiere la presencia de un cebador de RNA, unido por puentes de hidrógeno a la cadena molde que luego es reemplazado por nucleótidos de DNA. El cebador de RNA es sintetizado por la RNA primasa. La cadena adelantada se sintetiza en la dirección 5' a 3' en forma continua. En este caso, el único cebador de RNA está situado en el origen de replicación, que no es visible en este esquema. La cadena rezagada también se sintetiza en la dirección 5' a 3', a pesar de que esta dirección es opuesta a la del movimiento de la horquilla de replicación. El problema se resuelve mediante la síntesis discontinua de una serie de fragmentos, los fragmentos de Okazaki. Cuando un fragmento de Okazaki ha crecido lo suficiente como para encontrar un cebador de RNA por delante de él, la DNA polimerasa I reemplaza a los nucleótidos de RNA del cebador con nucleótidos de DNA. Luego, la DNA ligasa conecta cada fragmento con el fragmento contiguo recién sintetizado en la cadena.
El telómero es una secuencia fija y repetida de nucleótidos, presente en los extremos de los cromosomas lineales de las células eucariontes. En cada ciclo de replicación los telómeros se acortan, porque la DNA polimerasa no puede sintetizar DNA desde un extremo abierto. La enzima telomerasa compensa la pérdida prolongando los extremos.

Alargamiento de los extremos de los cromosomas eucariontes por la enzima telomerasa

El fragmento de RNA que porta la telomerasa se aparea con los últimos nucleótidos del telómero. La porción proteica de la enzima cataliza la síntesis del DNA complementario al molde de RNA, elongando de este modo el extremo del cromosoma. La RNA primasa y la DNA polimerasa sintetizan la cadena complementaria a la sintetizada por la telomerasa. El cebador sintetizado por la primasa luego es eliminado.


Muchos errores espontáneos que se producen durante la síntesis del DNA son reparados de inmediato por la propia DNA polimerasa III. Otros mecanismos de corrección realizan controles permanentes y reparan daños en el DNA. Las mutaciones son errores que quedan sin reparar y se transmiten a las células hijas.
La energía necesaria para que se produzcan las reacciones catalizadas por la DNA polimerasa es aportada por los enlaces de los fosfatos que forman parte de los nucleótidos.

La DNA polimerasa como herramienta de multiplicación: PCR

La reacción en cadena de la polimerasa permite multiplicar enormemente el número de moléculas de DNA de una muestra desconocida de tamaño ínfimo. Este método consiste en una serie de ciclos de calentamiento y enfriado que producen la desnaturalización, el copiado y el reapareamiento in vitro de la molécula de DNA. La síntesis de DNA es realizada por la Taq DNA polimerasa, una enzima de origen bacteriano que tolera la temperatura de desnaturalización del DNA. Esta técnica se utiliza para la detección de enfermedades hereditarias, identificación de personas, clonado de genes y pruebas de paternidad.
La mezcla de reacción contiene la secuencia de DNA que se quiere amplificar, dos oligonucleótidos sintéticos (P1 y P2) que servirán como cebadores, una DNA polimerasa termoestable (llamada Taq DNA polimerasa) y los cuatro desoxirribonucleótidos dATP, dGTP, dCTP y dTTP. Durante la desnaturalización, que se realiza por calentamiento de la mezcla a 95 ºC, se separan las dos cadenas del DNA molde. La temperatura de incubación se reduce para permitir el apareamiento de las bases de ambos cebadores en el sitio donde encuentran una secuencia complementaria. La mezcla se calienta a 72 ºC, temperatura a la cual la DNA polimerasa (Taq) extiende la cadena complementaria a partir del extremo 3' de los cebadores. Al finalizar cada ciclo, la cantidad de DNA molde disponible para el ciclo siguiente se duplica.

El DNA como portador de información

En el DNA, la información se encuentra en el ordenamiento lineal o secuencia de las cuatro bases que lo componen. La estructura del DNA puede dar cuenta de la enorme diversidad de los seres vivos

viernes, 12 de junio de 2015

ENDOCRINO

Evolución y diversidad de los sistemas endocrinos

Las hormonas actúan como señales químicas que regulan la actividad de células y órganos. Son secretadas al torrente sanguíneo desde las células que las producen o almacenan. La sangre las distribuye por todo el organismo, pero sólo inducen una respuesta en grupos restringidos de células que presentan receptores específicos (células blanco). Algunas neuronas también secretan hormonas (neurohormonas).
Los sistemas de comunicación química parecen haber surgido temprano ya que los artrópodos, los moluscos y todos los vertebrados presentan tejidos diferenciados en glándulas endocrinas. En el curso de la evolución, las moléculas mensajeras se diversificaron y adquirieron diferentes funciones. Sin embargo, la composición básica y los mecanismos de acción de las hormonas son similares en los distintos grupos.

Sistemas de control endocrino

En el control endocrino, las moléculas señalizadoras –hormonas– se difunden hacia el torrente sanguíneo, que las transporta hasta los tejidos blanco. Este proceso de transporte puede insumir minutos u horas y los efectos son típicamente de larga duración.  En el control nervioso, las señales eléctricas –impulsos nerviosos– son conducidas a lo largo de una neurona hasta su terminal axónica, donde moléculas señalizadoras –neurotransmisores– son liberadas e interactúan a corta distancia con otras neuronas u otros tejidos blanco. El proceso completo ocurre en sólo una fracción de segundo y el efecto también es breve. En la comunicación neuroendocrina, una neurona libera neurohormonas a la sangre. Tanto las hormonas como los neurotransmisores y las neurohormonas interactúan con receptores específicos de las células blanco, lo cual genera una respuesta

Glándulas endocrinas y hormonas

Las células secretoras de hormonas se agrupan en glándulas exocrinas o endocrinas. Las glándulas exocrinas secretan sus hormonas en conductos que comunican con el medio externo; las endocrinas las secretan al torrente sanguíneo.

Centros de integración: el hipotálamo y la hipófisis

La hipófisis es una glándula ubicada en la base del cerebro. Consta de dos partes: la adenohipófisis, formada por los lóbulos anterior e intermedio, y la neurohipófisis, que comprende el lóbulo posterior y está constituida por los axones del hipotálamo. La mayoría de las neurohormonas secretadas por el hipotálamo estimulan o inhiben secreciones hormonales en la adenohipófisis. Otras neurohormonas hipotalámicas son transportadas y almacenadas en la neurohipófisis, donde permanecen hasta el momento de la secreción.
El lóbulo anterior de la adenohipófisis produce seis hormonas. Dos de ellas, la somatotrofina y la prolactina, son reguladas por dos factores hipotalámicos, uno estimula la secreción, el otro la inhibe. Las otras hormonas son la tirotrofina (TSH), la corticotrofina (ACTH), la hormona foliculoestimulante (FSH) y la hormona luteinizante (LH). Estas cuatro hormonas mantienen metabólicamente activas a las glándulas endocrinas y estimulan sus secreciones. Responden a un factor liberador del hipotálamo y sus niveles en sangre son regulados por retroalimentación negativa.

Interrelaciones entre el hipotálamo y la hipófisis

El hipotálamo se comunica con la adenohipófisis mediante capilares sanguíneos que forman el sistema porta hipotálamo-hipofisario. Las células neurosecretoras del hipotálamo secretan hormonas liberadoras o inhibidoras que llegan mediante ese sistema porta a la adenohipófisis y regulan la producción de las hormonas hipofisarias. Otras células neurosecretoras hipotalámicas producen oxitocina y hormona antidiurética (ADH) que son conducidas a la neurohipófisis dentro de las mismas fibras nerviosas (transporte axónico). Una vez secretadas desde las terminales axónicas ubicadas en la neurohipófisis, estas neurohormonas se difunden hacia los capilares y de ese modo ingresan en la circulación general. Por medio del sistema circulatorio, las hormonas se distribuyen por todo el cuerpo y actúan sobre sus órganos blanco.
La somatotrofina estimula la síntesis proteica y promueve el crecimiento de los huesos y los tejidos blandos. En el hígado, impulsa la secreción de las somatomedinas, hormonas que estimulan el crecimiento tisular. La deficiencia de somatotrofina durante la infancia produce "enanismo hipofisario", el exceso genera "gigantismo hipofisario". En los individuos que ya han completado su crecimiento, el exceso de secreción produce acromegalia.
La prolactina estimula la secreción de leche en los mamíferos. Los impulsos nerviosos producidos por la succión son transmitidos al hipotálamo, que disminuye la producción de hormona inhibidora de prolactina. Entonces, la hipófisis libera prolactina, que mantiene la producción de leche.
La tirotrofina estimula la producción y secreción de las hormonas T3 y T4 (tiroxina) en la glándula tiroides.
La corticotrofina estimula la secreción de cortisol, una de las hormonas producidas por la corteza suprarrenal.
Las hormonas foliculoestimulante y luteinizante (gonadotrofinas) estimulan la secreción de esteroides sexuales en los testículos y los ovarios.
La neurohipófisis secreta dos hormonas: la oxitocina y la hormona antidiurética (ADH). La oxitocina incrementa las contracciones uterinas durante el parto, ayuda al útero a recuperar su forma y su tamaño originales luego del parto y estimula la secreción de leche al comenzar la lactancia. La ADH disminuye la excreción de agua por los riñones y aumenta la presión sanguínea en muchos vertebrados. En los humanos sólo produce este efecto en circunstancias no habituales, como las hemorragias graves.

Control hormonal por retroalimentación

La producción de muchas hormonas está regulada por complejos sistemas de retroalimentación negativa que involucran a la hipófisis anterior y al hipotálamo. El hipotálamo controla la secreción de hormonas tróficas por parte de la adenohipófisis y éstas, a su vez, estimulan la secreción de hormonas por parte de la glándula tiroides, la corteza suprarrenal y las gónadas (testículos y ovarios). Cuando la concentración de las hormonas producidas por estas glándulas blanco aumenta en la sangre, el hipotálamo disminuye su producción de hormonas liberadoras, la hipófisis reduce la suya y, en consecuencia, la producción de hormonas por las glándulas blanco también desciende. La producción hormonal se regula además en respuesta a otros cambios ambientales e internos por medio del hipotálamo, que recibe e integra información de muchas otras partes del sistema nervioso.

La glándula tiroides: producción de tiroxina y calcitonina

La glándula tiroides produce dos hormonas: la tiroxina y la calcitonina. La tiroxina, secretada en respuesta a la acción de la TSH, acelera la tasa de respiración celular; en algunos animales participa en la regulación de la temperatura corporal. La calcitonina, secretada en respuesta a niveles altos de calcio en la sangre, inhibe la resorción ósea y participa en la regulación plasmática del calcio y el fósforo.
El hipertiroidismo produce nerviosismo, insomnio, excitabilidad, intolerancia al calor, sudoración excesiva, pérdida de peso y aumento de la frecuencia cardíaca y de la presión sanguínea. El hipotiroidismo afecta el desarrollo infantil, en particular el de las células nerviosas; puede llevar a la deficiencia mental permanente y a algún tipo de enanismo. En los adultos causa sequedad de la piel, intolerancia al frío y falta de vitalidad.

Las paratiroides: producción de parathormona

La hormona paratiroidea regula los niveles de calcio y fosfato en la sangre de diversas maneras: estimula la resorción ósea del ion calcio en la sangre, reduce la excreción de calcio por los riñones y eleva la de fosfato y estimula la conversión de vitamina D en su forma activa. El hiperparatiroidismo provoca una gran pérdida de calcio de los huesos, contracción de las vértebras y pérdida de peso.

Glándulas mixtas: las suprarrenales

Las glándulas suprarrenales se sitúan por encima de los riñones y están compuestas por dos zonas de diferente estructura y función: la corteza y la médula.
La corteza suprarrenal produce hormonas esteroides (corticosteroides), que en los humanos se pueden agrupar en glucocorticoides y mineralocorticoides. El cortisol y otros glucocorticoides promueven la síntesis de glucosa a partir de proteínas y lípidos, disminuyen la utilización de glucosa por las células (excepto en el cerebro y el corazón) y suprimen las respuestas inflamatoria e inmunitaria. Su liberación se incrementa durante el estrés. La aldosterona y otros mineralocorticoides regulan la concentración de iones mediante su reabsorción renal; de esta manera, tienen un efecto importante sobre las concentraciones iónicas de la sangre y la retención o pérdida de agua. La corteza suprarrenal produce, además, cantidades pequeñas de hormonas sexuales masculinas en ambos sexos.
La médula suprarrenal libera adrenalina y noradrenalina. Estas hormonas incrementan la frecuencia y la intensidad del latido cardíaco, elevan la presión sanguínea, estimulan un rápido aumento de la glucemia y dilatan las vías respiratorias. Las hormonas de la médula suprarrenal refuerzan la acción del sistema nervioso autónomo y de esta manera participan en las reacciones de "lucha o huida".

El páncreas endocrino: control hormonal de la glucemia

El páncreas regula la glucemia a través de las hormonas insulina y glucagón. La insulina se secreta en respuesta a un incremento en la concentración de glucosa o de aminoácidos en la sangre. Estimula la absorción y la utilización de glucosa e induce la conversión de glucosa en glucógeno. Estos procesos disminuyen la glucemia. El glucagón estimula la degradación de glucógeno a glucosa en el hígado y la degradación de grasas y proteínas. Estas actividades incrementan la concentración de azúcar en la sangre.
La diabetes mellitus es una deficiencia de insulina que produce un aumento tan grande de la glucosa en la sangre que el riñón no puede reabsorberla totalmente. La pérdida de glucosa por la orina implica una pérdida importante de agua. La deshidratación resultante puede llevar a un colapso de la circulación.
La somatostatina es secretada por un tercer tipo de células del páncreas. Su principal función es la de inhibir la secreción tanto de insulina como de glucagón. Además, ayuda a regular el ritmo del pasaje de la glucosa y otros nutrientes desde el tubo digestivo al torrente sanguineo.

Regulación hormonal de la glucosa sanguínea

Cuando la concentración de glucosa en la sangre es baja, el páncreas libera glucagón, que estimula la degradación de glucógeno y la salida de glucosa del hígado. Cuando la concentración de azúcar en la sangre es elevada, el páncreas libera insulina, que incrementa la absorción de glucosa por las células y promueve su conversión y almacenamiento en glucógeno.  En situaciones de estrés, la hormona adrenocorticotrófica (ACTH) producida por la hipófisis anterior estimula la corteza suprarrenal. Ésta libera cortisol y otras hormonas que incrementan la degradación de lípidos y proteínas y su conversión en glucosa en el hígado. Por otra parte, la estimulación de la médula suprarrenal por las fibras nerviosas del sistema nervioso autónomo (simpático) produce la liberación de adrenalina y noradrenalina, que también elevan la concentración de glucosa en la sangre. La hormona del crecimiento y la somatostatina, que no se muestran en este esquema, también afectan los niveles de glucosa. La hormona del crecimiento inhibe la absorción y la oxidación de la glucosa y estimula la degradación de los ácidos grasos y ejerce así un efecto hiperglucemiante. La somatostatina influye en la velocidad a la cual la glucosa es absorbida por el torrente sanguíneo desde el tubo digestivo.

La glándula pineal

La glándula pineal es pequeña y en los humanos está ubicada cerca del centro del cerebro. Secreta en forma rítmica la hormona melatonina, cuyos valores son máximos durante la noche y bajos durante el día. El ritmo de producción también varía estacionalmente (es mayor en el invierno). Este último ciclo provee un "calendario biológico" que les permite a los animales de reproducción estacional sincronizar sus períodos de apareamiento y gestación.

Otros tejidos endocrinos

Existen estructuras con función endocrina parcial que, además de realizar sus funciones características, secretan sustancias al torrente sanguíneo. Se trata de agregados de células secretoras o células aisladas que, frente a estímulos específicos, responden con la secreción hormonal. Dentro de este grupo se encuentran el riñón, el timo, el corazón, el estómago, el duodeno y el hígado.

Otras hormonas y sus funciones

Las angiotensinas tienen dos funciones: restaurar la presión arterial disminuida y recuperar líquido extracelular para compensar una disminución en la volemia. En su forma activa producen vasoconstricción, activación del sistema simpático, sensación de sed y secreción de aldosterona y de hormona antidiurética.
La leptina, producida principalmente por los adipocitos, es responsable de la saciedad y, al menos en parte, de la utilización calórica de la dieta. Parece que actúa en el hipotálamo como una señal que disminuye la ingesta de alimentos. Cuando su nivel desciende, el organismo siente hambre y se ponen en marcha los mecanismos necesarios para la alimentación.
Las prostaglandinas se sintetizan en distintas regiones del cuerpo. Difieren de otras hormonas en varios aspectos: son ácidos grasos, son producidas por las membranas celulares de casi todos los órganos del cuerpo y sus tejidos blanco suelen ser los mismos que las producen. Tienen una gran potencia y son degradadas rápidamente por enzimas. Participan en la contracción muscular que propulsa el semen, en las contracciones uterinas durante el parto, en la regulación hipotalámica de la temperatura y en los procesos inflamatorios.

Mecanismos de acción de las hormonas

El mensaje hormonal se traduce según el tejido blanco en el que actúe, de su estado de receptividad (cantidad de receptores activos) y de las interacciones entre las distintas hormonas. La clave de la especificidad de la acción hormonal radica en las precisas configuraciones espaciales de sus receptores, que les permiten unirse a una molécula en particular pero no a otras.

Interacciones entre el sistema endocrino y el nervioso

Los sistemas endocrino y nervioso complementan estrechamente sus funciones y ejercen un control mutuo de sus acciones. Este control es mediado por la secreción de hormonas endocrinas, neurotransmisores y neurohormonas. Por medio de la inervación de las glándulas, el sistema nervioso envía una señal química y así controla la secreción hormonal. Mediante la interacción con receptores específicos, las hormonas liberadas por las diversas glándulas del organismo actúan en el sistema nervioso central y modifican el comportamiento del individuo.

INMUNOLOGIA

La evolución de los sistemas inmunitarios

El sistema inmunitario distingue lo "propio" de lo "no propio" y es capaz de desencadenar distintos tipos de respuestas defensivas. Estos mecanismos de defensa son el objeto de estudio de la inmunología.
Los poríferos poseen en la superficie corporal moléculas que reconocen partículas y organismos extraños. Algunos invertebrados fabrican sustancias antibacterianas y factores inmovilizadores de microorganismos. Los artrópodos poseen diversas proteínas con función antimicrobiana o antifúngica. Los vertebrados fabrican anticuerpos verdaderos, proteínas que detectan moléculas extrañas al organismo mediante un mecanismo que implica el reconocimiento de estructuras complementarias.
El sistema inmunitario de los vertebrados es altamente especializado y sus dos tipos de respuesta, innata y adaptativa, se integran en una compleja red de interacciones. La primera respuesta innata interrumpe infecciones incipientes o las controla hasta que se organiza una respuesta adaptativa. La respuesta adaptativa elabora respuestas específicas y desarrolla la memoria inmunológica.

La respuesta  inmunitaria
innata

Las primeras barreras de defensa del organismo son la inmunitaria piel y las mucosas. La secreción de moco, saliva o lágrimas ricas en microbicidas brindan una protección adicional. Cuando los microorganismos logran ingresar en el cuerpo, las células y las sustancias químicas que constituyen la inmunidad innata desencadenan una respuesta antiinfecciosa.

La respuesta inflamatoria

Cuando la piel es atravesada por un agente punzante que alberga algún microorganismo, los mastocitos o basófilos secretan histamina, que aumenta el flujo de sangre en la zona y la permeabilidad de los capilares. Simultáneamente, la histamina activa el sistema de la coagulación y se generan pequeños coágulos, lo que da comienzo al proceso de cicatrización. Los leucocitos fagocíticos que ingieren microorganismos y partículas extrañas llegan atraídos por sustancias quimiotácticas producidas localmente. Algunos leucocitos liberan más histamina, lo cual aumenta la respuesta inflamatoria; otros producen citocinas proinflamatorias que cambian el valor de referencia del termostato hipotalámico, en correlación con el inicio de la fiebre. La zona afectada se congestiona y se torna caliente, rojiza y dolorosa.
Las células de la respuesta innata presentan receptores de reconocimiento de patrones (RRP). Se trata de moléculas receptoras expuestas sobre la membrana celular, que detectan en forma específica patrones moleculares asociados con los patógenos (PMAP). Las células vinculadas con la respuesta innata también reconocen microorganismos patógenos a través de receptores de anticuerpos que se unen previamente al microorganismo.
Las moléculas reconocidas por los anticuerpos se llaman antígenos. Estas moléculas forman parte de las membranas o las paredes celulares de los microorganismos invasores y su naturaleza química es variada. Cuando una célula de la respuesta innata reconoce un patógeno, por lo general lo elimina por fagocitosis.
El componente humoral de la respuesta innata comprende a las proteínas hepáticas de fase aguda, el sistema del complemento y las sustancias químicas que actúan como mensajeros intercelulares. Entre las proteínas hepáticas se destacan los RRP solubles, que se unen a la superficie del microorganismo e inducen la activación del sistema del complemento. Este sistema intensifica la respuesta inflamatoria innata. Los mensajeros intercelulares incluyen a las citocinas y los interferones.
Las citocinas son proteínas con función reguladora, que participan en las respuestas innata y adaptativa. Transmiten mensajes entre células del sistema inmunitario y entre el sistema inmunitario y otros sistemas, como el endocrino o el nervioso. Se unen a receptores de membrana de las células blanco e inducen su activación. Una vez controlado el patógeno, desactivan a las células responsables de elaborar la respuesta antiinfecciosa.
Los interferones actúan sobre las células infectadas, las células vecinas y otras células del sistema inmunitario. Son liberados por las células infectadas, se unen a receptores específicos en las células vecinas e interfieren la replicación viral. Inhiben la replicación del DNA y la producción de aminoácidos esenciales en la célula infectada. También activan a los linfocitos NK y T citotóxicos.
Las células mieloides y los linfocitos NK intervienen en la respuesta innata. Las células mieloides comprenden a los fagocitos (polimorfonucleares y monocitos-macrófagos), los granulocitos y las células dendríticas. Los mecanismos de defensa incluyen la fagocitosis y la citotoxicidad celular dependiente de anticuerpos. Los linfocitos NK reconocen los anticuerpos que cubren a las células infectadas y son capaces de disparar la lisis celular y la liberación de sustancias que favorecen la extravasación de leucocitos al foco inflamatorio.

El complejo mayor de histocompatibilidad

El complejo mayor de histocompatibilidad (CMH), denominado en los seres humanos sistema de antígenos leucocitarios humanos (HLA), es altamente polimórfico. Comprende un grupo de glucoproteínas que se expresan en forma codominante en la superficie de las células con núcleo. Incluye los genes del sistema HLA de clases I, II y III.
Todas las células con núcleo exponen fragmentos de moléculas propias, codificadas por genes del sistema HLA I, que actúan como antígenos frente al sistema inmunitario de otro individuo. Las moléculas HLA de clase I presentan péptidos antigénicos a los linfocitos T que expresan la proteína de membrana CD8. Las moléculas HLA de clase II presentan antígenos a los linfocitos T que expresan la proteína de membrana CD4. La presentación antigénica desencadena la respuesta inmunitaria adaptativa. Los productos de los genes del sistema HLA de clase III participan en aspectos de la respuesta inmunitaria no relacionados con la presentación de antígenos.
Las enfermedades autoinmunitarias resultan de la combinación de componentes genéticos y ambientales. Cuando un péptido propio combinado con una molécula HLA no es reconocido como tal, se puede desencadenar una respuesta inmunitaria. La mayoría de estas enfermedades se asocian con la expresión de moléculas del sistema HLA de clase II.

La respuesta inmunitaria adaptativa

Los linfocitos T y B, por medio de sus receptores, reconocen individualmente millones de estructuras antigénicas diferentes. En los mamíferos, el proceso de diferenciación de linfocitos B en la médula ósea y de linfocitos T en el timo confiere las aptitudes necesarias para el reconocimiento antigénico específico. Los linfocitos B producen anticuerpos y forman parte de la respuesta humoral. Los linfocitos T intervienen en la respuesta celular. En ambos casos, la célula que reconoce a un antígeno prolifera por mitosis (expansión clonal).
Los mecanismos adaptativos humoral y celular tienen tres etapas: reconocimiento específico del antígeno, activación, expansión y diferenciación de un linfocito específico y fase final efectora de eliminación del antígeno. El primer contacto con un antígeno desencadena una respuesta primaria. En esta respuesta, algunos linfocitos generan células de memoria "preadaptadas" para un nuevo contacto. El encuentro posterior con el mismo antígeno da lugar a una respuesta secundaria, más rápida y de mayor magnitud.
Todas las respuestas de defensa desarrolladas por un individuo constituyen la inmunidad activa. En ciertos estados fisiológicos o terapéuticos se transfieren productos de la respuesta inmunitaria (inmunidad pasiva).
El sistema inmunitario está constituido por dos órganos linfáticos primarios -la médula ósea y el timo- y por órganos linfáticos secundarios, como el bazo, los ganglios linfáticos y los cúmulos de tejido linfoide asociados con mucosas (amígdalas, el apéndice, las placas de Peyer, las adenoides y los cúmulos asociados con los bronquios). La respuesta adaptativa se dispara en los órganos linfáticos secundarios, luego del reconocimiento antigénico.

Componentes del sistema inmune humano

Se destacan la médula ósea y el timo, órganos en los que comienza la diferenciación de los linfocitos B y T, principales protagonistas de la respuesta inmunitaria. El timo es un órgano bilobulado esponjoso que se encuentra en la zona superior del tórax y detrás del esternón. Es una glándula que alcanza su máximo desarrollo al nacer y se atrofia después de la pubertad. Dentro del timo, los linfocitos T se someten al proceso complejo de diferenciación, selección y maduración. Otros órganos importantes del sistema son los vasos y los ganglios linfáticos, el bazo y el MALT con todos sus componentes.

Los linfocitos B y la producción de anticuerpos

La teoría de la selección clonal sostiene que cada individuo presenta una inmensa diversidad de linfocitos B, cada uno genéticamente equipado para sintetizar un solo tipo de anticuerpo. Cada antígeno particular es reconocido sólo por el linfocito B que posee en su membrana el anticuerpo complementario. La interacción antígeno-anticuerpo "selecciona" linfocitos B específicos e induce su proliferación y diferenciación.
El proceso de tolerancia central de los linfocitos B elimina células potencialmente autorreactivas. Cuando llegan al bazo, los linfocitos B con estas características son eliminados mediante el proceso de tolerancia periférica. Los linfocitos B sobrevivientes completan su maduración, que culmina con la expresión de inmunoglobulinas (IgD e IgM) en la membrana.
Las principales funciones de los anticuerpos son: unión a partículas extrañas, que provoca su aglutinación y favorece la captura por células fagocíticas (anticuerpos opsonizantes), unión a patógenos o toxinas microbianas, que interfiere la penetración del patógeno en la célula (anticuerpos neutralizantes), interacción con antígenos en la membrana de microorganismos, que induce la unión a proteínas del sistema del complemento (anticuerpos activadores del complemento), unión a células infectadas o tumorales, que desencadena el mecanismo de citotoxicidad en células NK. Los anticuerpos son un nexo entre la célula infectada o tumoral y las células citotóxicas.

Teoría de selección clonal de la formación de anticuerpos

Un linfocito B maduro virgen (ya que aún no ha tomado contacto con el antígeno que es capaz de reconocer) expone un anticuerpo específico en su superficie.  Cuando el linfocito se une a moléculas de antígeno con un epitope complementario al sitio de unión de su anticuerpo, se induce su activación. El linfocito B comienza a dividirse y diferenciarse, y origina células plasmáticas y células de memoria. Las células plasmáticas secretan grandes cantidades de anticuerpos circulantes, todos con una especificidad idéntica a la de los anticuerpos presentes originalmente sobre la superficie del linfocito B. Las células de memoria portadoras de los mismos anticuerpos persisten indefinidamente en la circulación y secretan anticuerpos sólo después de un encuentro posterior con el mismo antígeno, momento en el que se diferencian en células plasmáticas.

Los linfocitos T y la inmunidad mediada por células

Existen tres tipos de linfocitos T: helper 1, helper 2 y no helper. Los helper 1 se transforman en células efectoras que producen interferón γ, sustancia que activa a los macrófagos. En presencia de los linfocitos T helper 2, los linfocitos B se diferencian en células plasmáticas efectoras de la respuesta adaptativa. Los linfocitos T no helper constituyen las células efectoras citotóxicas.
Los linfocitos T se originan a partir de células hematopoyéticas pluripotenciales de la médula ósea. Cada linfocito es sometido a un proceso de selección que asegura la tolerancia inmunológica e impide que lleguen al torrente sanguíneo las células potencialmente autorreactivas.
Un linfocito T maduro reconoce a los antígenos que se adaptan a sus receptores de membrana. Luego del reconocimiento, se desencadenan la activación y la diferenciación celular, que conducen a la producción de clones de células efectoras y células de memoria.
La activación y la diferenciación de los linfocitos B depende de los linfocitos T helper. Los linfocitos T helper y los linfocitos B reconocen distintos determinantes antigénicos A y B sobre un mismo virus (reconocimiento ligado). Los linfocitos T helper 2 promueven la diferenciación de los linfocitos B en células plasmáticas, especializadas en la producción de anticuerpos.
Las células de memoria conservan la información para producir anticuerpos y permanecen en circulación durante toda la vida de un individuo. En un segundo encuentro con un mismo patógeno, la producción de anticuerpos se desencadena de inmediato.
Pocos días después de iniciada una infección, aparecen los linfocitos T citotóxicos. La célula dendrítica inicia la respuesta mediante la captura, el procesamiento y la presentación de antígenos virales. Los linfocitos T helper y citotóxicos reconocen distintos determinantes antigénicos A y B sobre un mismo antígeno (reconocimiento ligado) y se organiza la respuesta. La célula infectada es eliminada por los macrófagos. Además, el linfocito T citotóxico secreta sustancias citotóxicas que inducen la lisis de la célula infectada. Una vez eliminada la infección, las interleucinas regulan la respuesta.

La acción de los linfocitos

La acción de los linfocitos T helper de tipo 2. Un virus formado por dos determinantes antigénicos A y B es fagocitado por una célula dendrítica (CD) o por un macrófago el virus es procesado y los determinantes antigénicos expresados junto con moléculas de CMH de clase II, las células presentadoras migran al órgano linfático secundario (OLS) más cercano. El determinante antigénico A es reconocido por un linfocito T helper o colaborador (LTcol) que debido a características particulares del microambiente local en el OLS se activa, se expande clonalmente y se diferencia en linfocito T helper 2 (LTcol2), denominado así por su capacidad para guiar la diferenciación de los linfocitos B. Para simplicidad del esquema se omite en el dibujo a la progenie de linfocitos T helper 2 de memoria que se originan en este mismo proceso de expansión. Por fuera del OLS, un linfocito B maduro virgen reconoce al virus a través de su BCR, lo procesa y expone los determinantes antigénicos A y B en su membrana. El linfocito B migra al OLS más cercano, donde  alguno de sus determinantes es reconocido por el linfocito T helper 2. La colaboración entre el linfocito T y el linfocito B dispara  la síntesis de las interleucinas (IL-4 e IL-5) que promueven la diferenciación del linfocito B en células plasmáticas productoras de anticuerpos y  células de memoria. La acción de los linfocitos T helper de tipo 1. Un virus formado por dos determinantes antigénicos A y B  infecta una célula. La lisis de esta célula infectada dispersa a los antígenos virales los cuales pueden ser fagocitados por una célula dendrítica que procesará y presentará nuevamente a A y B  junto con moléculas del CMH de clase I o de clase II. La célula presentadora acarrea al antígeno hasta el OLS más cercano. Para que ocurra la interacción eficaz entre la célula dendrítica y el linfocito T citotóxico se requiere la participación de un linfocito T colaborador. Éste debe previamente reconocer algún determinante antigénico (en este caso, el determinante antigénico B) expuesto sobre la célula dendrítica junto a una molécula del CMH de clase II. Dentro del OLS, un linfocito T citotóxico  reconoce a alguno de los determinantes antigénicos unido a moléculas del CMH de clase I , se activa y prolifera, lo cual origina una progenie de linfocitos T citotóxicos de memoria y una progenie de linfocitos T citotóxicos efectores que abandonan el OLS siguiendo un patrón de migración que los guía al tejido originalmente infectado. La respuesta efectora requiere el reconocimiento del antígeno y conduce a la muerte por apoptosis de las células infectadas en ese tejido.

El cáncer y la respuesta inmunitaria

Las células cancerosas se reproducen rápidamente e invaden tejidos a los que no pertenecen. Poseen antígenos diferentes a los de las células normales, pueden ser identificadas como extrañas e inducir una respuesta inmunitaria. Según la teoría de la "vigilancia inmunológica", cuando falla la respuesta del sistema inmunitario, se establece la enfermedad.

El desafío de los trasplantes de tejido

Los tejidos trasplantados provenientes de otro individuo son atacados por linfocitos T y macrófagos activados; entonces, el injerto es rechazado. El descubrimiento y la identificación de los antígenos del CMH permite optimizar la semejanza entre el dador y el receptor en los trasplantes de órganos. Para reducir el rechazo se administran fármacos que suprimen parcialmente la respuesta inmunitaria del individuo trasplantado.
Los trasplantes de tejido más frecuentes son las transfusiones de sangre. Los glóbulos rojos humanos no tienen antígenos del CMH, sino que exhiben antígenos únicos, codificados por un gen polimórfico. Los grupos sanguíneos están definidos por estos antígenos y por los anticuerpos presentes en el plasma. Si una persona recibe una transfusión con glóbulos rojos que llevan un antígeno no propio, sus anticuerpos reaccionan y hacen que estas células se aglutinen y sean fagocitadas.

Algunas patologías del sistema inmunitario.

Las inmunodeficiencias son enfermedades que surgen por defectos del sistema inmunitario. Pueden tener una causa genética o ser adquiridas durante la vida de un organismo (inmunodeficiencias secundarias). En estas enfermedades, los linfocitos activados por antígenos extraños reaccionan contra antígenos propios estructuralmente similares.
El sistema inmunitario de algunos individuos reacciona frente a sustancias que en apariencia son inofensivas (alérgenos). Esta respuesta, que se denomina alergia, incluye la producción de IgE y la formación de células de la memoria inmunitaria. La reexposición al mismo antígeno conduce a la formación de anticuerpos IgE, que se unen a receptores de los mastocitos y de los basófilos alojados en el tejido conectivo. La unión del antígeno a estos anticuerpos provoca la liberación de mediadores de la inflamación. Si la liberación es masiva, los vasos sanguíneos se dilatan. Esto puede producir la caída de la presión sanguínea y la contracción de los bronquíolos (shock anafiláctico).
El HIV que causa el SIDA es un retrovirus. Su membrana presenta glucoproteínas complementarias a la molécula CD4, utilizada como receptor para la infección de linfocitos T helper y macrófagos. El virus ingresa a través de un mecanismo de endocitosis mediada por receptor que requiere además un correceptor. Mutaciones en un tipo de correceptor podrían explicar la resistencia de ciertos individuos a la infección por este virus.
El HIV puede permanecer latente como un provirus o comenzar la replicación de nuevas partículas virales. En este último caso, en un período breve, nuevos virus emergen del linfocito T helper infectado, que suele ser destruido en el proceso. Estos virus invaden otros linfocitos T helper y así se perpetúa el proceso. Finalmente, quedan escasos linfocitos T helper funcionales, lo cual afecta la proliferación y las actividades de los linfocitos B y T citotóxicos. El organismo no tiene una respuesta inmunitaria eficaz contra las células que albergan el HIV, contra el propio virus o contra otros microorganismos invasores; tampoco la tiene contra las células malignas presentes.

Aplicaciones inmunoterapéuticas

La vacunación se basa sobre la capacidad del organismo de generar una respuesta inmunológica a ciertas formas alteradas de patógenos. Este procedimiento desarrolla células con memoria inmunológica que confieren protección durante toda la vida. Todavía se emplean bacterias y virus muertos. Las vacunas elaboradas con microorganismos vivos atenuados son más eficientes, pero tienen el riesgo de la reversión del patógeno alterado a la forma virulenta. Ahora es más frecuente el uso de la tecnología del DNA recombinante para obtener proteínas que generen una respuesta inmunitaria.

CICLO CELULAR

LA EXCRESION

La excreción: un proceso de depuración del medio interno

Alrededor del 70% del peso del cuerpo de un animal es agua. Unos dos tercios de esta agua se encuentra dentro de las células. El tercio restante es el líquido extracelular.
En los vertebrados, el plasma sanguíneo constituye sólo el 7% de los líquidos corporales, pero la regulación de su composición es un factor clave en la homeostasis del medio interno. La sangre abastece los productos que las células necesitan y elimina sus desechos.
La osmolaridad de los líquidos corporales está determinada por la concentración de solutos osmóticamente activos (glucosa, aminoácidos y diversos iones). La concentración de cualquier sustancia depende de su cantidad absoluta y de la cantidad de agua en la que está disuelta.
Es probable que los organismos más primitivos hayan sido isosmóticos e isotónicos. Cuando se trasladaron al agua dulce, un medio hiposmótico, se encontraron en un medio donde el agua dulce tendía a ingresar en ellos. Es probable que hayan sido favorecidos los organismos que contaban con algún sistema eficiente para realizar una excreción neta de agua.
En muchos invertebrados y en todos los vertebrados, la composición de la sangre y del medio interno es regulada por órganos excretores. Los nefridios son túbulos que filtran líquido extracelular y que se comunican con el exterior del cuerpo a través de poros. Las planarias tienen protonefridios distribuidos a lo largo de todo el cuerpo, los moluscos y los anélidos poseen metanefridios que se abren en distintos segmentos y los insectos y los arácnidos tienen túbulos de Malpighi que secretan sustancias de desecho a la última parte del intestino. Los vertebrados presentan un sistema excretor más complejo, provisto de riñones.
En los peces de agua dulce actuales, el agua tiende a ingresar en el organismo. El riñón cumple funciones de filtrado, excreta agua y retiene los iones y otros solutos. Producen abundante orina, hiposmótica con respecto a los líquidos corporales.
En los peces de agua salada, el agua tiende a salir del organismo. Para compensar la pérdida, los peces óseos beben agua de mar y eliminan el exceso de sodio y cloro por las branquias y el exceso de otros iones a través de la orina. Los líquidos corporales de los ciclóstomos son isosmóticos y no presentan este problema. En los peces cartilaginosos, la sangre no es hiposmótica porque retienen concentraciones inusualmente altas de urea.
Los animales terrestres obtienen agua al ingerir líquidos y alimentos y como resultado de las reacciones de oxidación de los alimentos. Los vertebrados terrestres pierden agua a través de la orina, las heces, el aire espirado y la piel (evaporación). Alcanzan el equilibrio hídrico cuando la cantidad total de agua perdida es igual a la cantidad total obtenida.
El dióxido de carbono y el amoníaco son los principales productos metabólicos de desecho que las células vierten al torrente sanguíneo. Estas sustancias provienen de la degradación de los aminoácidos. En los animales acuáticos simples, el amoníaco es excretado con facilidad hacia el agua circundante.
Las aves, los reptiles terrestres y los insectos convierten sus desechos nitrogenados en cristales de ácido úrico o sales derivadas. La excreción de estas sustancias implica una pérdida mínima de agua. En las aves, el ácido úrico y sus sales se mezclan en la cloaca con desechos no digeridos y forman una pasta semisólida que es expulsada.
En los mamíferos, el amoníaco que resulta del procesamiento de los desechos nitrogenados se convierte en urea en el hígado y se difunde al torrente sanguíneo. A diferencia del ácido úrico, su excreción implica cierta pérdida de agua.
La excreción es un proceso altamente selectivo. Aunque se excrete cerca de la mitad de la urea contenida en la sangre que entra en un riñón de mamífero, los aminoácidos son retenidos casi en su totalidad. La glucosa no se excreta, a menos que su concentración sea anormalmente alta.
Un órgano excretor muy eficiente: el riñón de los vertebrados
En los vertebrados, la regulación de la composición química de los líquidos corporales ocurre principalmente en el riñón. La unidad funcional de este órgano es la nefrona. Cada nefrona está formada por un ramillete de capilares (glomérulo) y un tubo largo y estrecho (el túbulo renal) que se origina en la cápsula de Bowman. El túbulo renal está constituido por los túbulos contorneados proximal y distal que, en los seres humanos y en otros mamíferos, están conectados mediante el asa de Henle. El extremo de la nefrona es el conducto colector recto.
La orina se forma en las nefronas y pasa de los conductos colectores a la pelvis renal. Desde este embudo recolector, y a través del uréter, gotea en forma continua en la vejiga, donde permanece hasta que es expulsada a través de la uretra.
La sangre entra en cada riñón mediante la arteria renal, que se ramifica en arterias más pequeñas, en arteriolas y en capilares glomerulares. Cada glomérulo yace entre dos arteriolas: la de entrada (arteriola aferente) y la de salida (arteriola eferente).

El riñón humano

Cada riñón tiene una región externa, o corteza, donde se filtran los líquidos del cuerpo, y una región interna, o médula, atravesada por los largos bucles del asa de Henle y por los conductos colectores que llevan la orina. Estos conductos confluyen y se vacían en la pelvis renal, con forma de embudo, que a su vez se vacía en el uréter. La nefrona es la unidad funcional del riñón. La sangre entra en la nefrona por la arteriola aferente que conduce al glomérulo. El líquido, forzado por la presión de la sangre, atraviesa las paredes capilares del glomérulo y entra en la cápsula de Bowman, que se conecta con el largo túbulo renal. Éste tiene tres regiones: el túbulo contorneado proximal, el asa de Henle y el túbulo contorneado distal. A medida que el líquido recorre el túbulo, casi toda el agua, los iones y otras sustancias útiles son reabsorbidos hacia la sangre que circula por los capilares peritubulares. Otras sustancias, como ciertos tóxicos metabolizados en el hígado, son secretadas desde los capilares hacia el interior de los túbulos. Los materiales de desecho y parte del agua circulan hasta alcanzar el conducto colector y se excretan en forma de orina.
El filtrado que se forma en la cápsula de Bowman tiene una composición química semejante a la del plasma. Este filtrado viaja a lo largo del túbulo contorneado proximal, cuyas paredes absorben un 75% de su volumen inicial. La glucosa y la mayor parte de los aminoácidos y las vitaminas regresan al torrente sanguíneo.
En los túbulos contorneados ocurre además una secreción activa de sustancias desde la sangre hacia el interior de la nefrona. De esta manera, ciertas moléculas que permanecen en el plasma después de la filtración son eliminadas en forma selectiva de la sangre. El hígado cumple un papel central en la degradación de ciertos compuestos producidos por el propio organismo y en el metabolismo de compuestos exógenos. Muchos de los productos resultantes de estas degradaciones se conjugan en el hígado con ciertas moléculas marcadoras, que luego son reconocidas por proteínas transportadoras del túbulo renal. Los conjugados son secretados hacia la luz tubular en forma activa.
La formación de orina hiperosmótica en una nefrona humana
La formación de orina hiperosmótica en una nefrona humana El líquido que entra en el túbulo contorneado proximal es isosmótico con respecto al plasma sanguíneo. En la pared del túbulo proximal hay bombas que transportan Na+ activamente hacia afuera del túbulo; los iones Cl- siguen al Na+ en forma pasiva. El agua sigue pasivamente al Cl- y al Na+. La rama descendente del asa de Henle también es permeable al agua pero relativamente impermeable a los iones. Cuando el filtrado desciende por el asa de Henle, se vuelve cada vez más concentrado a medida que el agua sale por ósmosis a la zona circundante de alta concentración de solutos. Esta alta concentración se genera por la acción de bombas en la rama ascendente gruesa del asa que envían iones Na+ y Cl- hacia el intersticio, y por la difusión de la urea desde la porción inferior del conducto colector. Como la pared de la rama ascendente del asa es impermeable al agua, el filtrado se vuelve cada vez menos concentrado a medida que el cloruro de sodio (NaCl) es bombeado hacia afuera. Cuando alcanza el túbulo contorneado distal, el filtrado es ligeramente hiposmótico con respecto al plasma sanguíneo y así permanece a lo largo de todo el túbulo distal. Luego desciende por el conducto colector, atravesando nuevamente la zona concentrada en solutos. Desde este punto en adelante, la concentración de la orina depende de la presencia de hormona antidiurética o ADH. En ausencia de ADH, la pared del conducto colector es impermeable al agua, por lo que no se reabsorbe agua y en consecuencia se excreta una orina más diluida. Si hay ADH presente, las células del conducto colector se vuelven permeables al agua, que se mueve por ósmosis hacia el intersticio medular y así se produce la concentración de la orina. Los capilares en horquilla (o vasa recta) que irrigan la zona medular del riñón se llevan el exceso de agua que se acumula en el intersticio medular.
El control de la pérdida de agua mediante la orina es un mecanismo esencial para mantener el equilibrio hídrico del organismo. Las aves y los mamíferos excretan orinas hiperosmóticas. En los mamíferos, esta capacidad se asocia con el asa de Henle y depende de tres propiedades estructurales y funcionales de la nefrona: los distintos tramos de las paredes del asa de Henle y del conducto colector tienen diferentes permeabilidades para el agua, las sales y la urea; ciertas partes de la pared del asa de Henle poseen proteínas de membrana que transportan activamente sodio y cloro fuera del túbulo; la disposición en contracorriente de las ramas ascendente y descendente del asa de Henle permite el mantenimiento de un gradiente osmótico en la zona más profunda del riñón (médula renal).
El gradiente osmótico que se observa en el intersticio de la médula renal se forma por el aporte de solutos osmóticamente activos: sodio, cloro y urea. La acumulación de estos solutos en el espacio intersticial atrae agua desde la rama descendente del asa y desde el túbulo colector, donde ocurre la concentración de la orina por encima de los niveles plasmáticos. Los capilares que irrigan la médula renal recolectan el agua que es reabsorbida en el intersticio.
La orina puede llegar a concentrarse más de 10 veces con respecto al plasma. Los animales del desierto y los mamíferos marinos poseen asas de Henle más largas, que forman un gradiente más importante y una orina aún más concentrada.
En los mamíferos, varias hormonas regulan la composición y el volumen de la orina. La hormona antidiurética (ADH) aumenta la permeabilidad al agua de los conductos colectores. Esto ocasiona una reabsorción mayor de agua hacia la sangre. La aldosterona estimula la reabsorción de iones sodio y la secreción de iones potasio en el túbulo distal y parte del conducto colector. La producción de aldosterona está controlada por un complejo circuito de retroalimentación que involucra los niveles de iones sodio y potasio en la sangre y la producción de angiotensinas en los riñones.

Sistema renina­angiotensina­aldosterona

Los estímulos que activan este sistema son la disminución en el aporte de sangre al riñón y la caída consecuente de la presión sanguínea a nivel del glomérulo, la disminución de la concentración plasmática de Na+ y la estimulación por parte del sistema nervioso simpático. Estos factores provocan la liberación de la enzima renina por parte del aparato yuxtaglomerular. La renina circulante produce la fragmentación del angiotensinógeno (de origen hepático) y produce el péptido angiotensina I. La angiotensina I es convertida, a su vez, en angiotensina II por acción de una enzima de conversión a nivel renal y pulmonar. La angiotensina II es una hormona que actúa como un poderoso vasoconstrictor periférico. Por otra parte, la angiotensina II induce la sensación de sed en el hipotálamo, que promueve conductas que llevan a la ingesta de líquidos. Además, estimula en el hipotálamo la secreción de hormona antidiurética y en la corteza suprarrenal la secreción de aldosterona. La aldosterona estimula la reabsorción de Na+ y la secreción de K+ en el túbulo distal. Otro estímulo importante para la secreción de esta hormona es un aumento en la concentración plasmática de potasio, que es detectada directamente a nivel suprarrenal.
En la regulación de la función renal intervienen otras hormonas. El factor natriurético auricular inhibe la reabsorción del ion sodio del túbulo distal e incrementa la natriuresis. Esta hormona es secretada por las aurículas del corazón ante un volumen sanguíneo mayor e inhibe la secreción de aldosterona.

jueves, 11 de junio de 2015

MEIOSIS

MEIOSIS


La meiosis es un proceso de división celular por el que a partir de una célula progenitora diploide (2n) se obtienen cuatro células hijas haploides (n)
Durante la meiosis se producen dos divisiones celulares consecutivas conocidas como meiosis I y meiosis II. La primera de las divisiones, que es más compleja que la segunda, es una división reduccional en la cual se pasa de una célula diploide (con 2n cromosomas) a dos células haploides (con n cromosomas) cada una de ellas con 2c cromátidas. La segunda división es mucho más sencilla y similar a una división mitótica, y en ella a partir de las dos células haploides ( n ) anteriormente formadas se obtienen cuatro células haploides (n) con c cromátidas cada una de ellas.
Las únicas células que sufren el proceso meiótico son las de la linea germinal, es decir, aquellas que van a formar los gametos masculinos y femeninos.
FASE S
Antes de comenzar la meiosis el material genético de la célula sufre un proceso de replicación (duplicación del ADN), con lo que cada cromosoma pasa a tener dos cromátidas hermanas (las cromátidas hermanas son copias exactas entre sí).
En esta fase también se produce un rejuvenecimiento del citoplasma y de los orgánulos celulares. Además un pequeño porcentaje de los cromosomas (aproximadamente el 2%) queda sin replicarse.
A diferencia de lo que ocurre durante la mitosis, en este caso tras la fase de síntesis de ADN (S) no tiene lugar una fase G2, con lo que una vez concluida la fase S comienza directamente la división meiótica.
PROFASE I
Leptoteno
Durante toda la profase I la membrana nuclear permanece inalterada.
En el leptoteno los cromosomas comienzan a condensarse pero mantienen sus telómeros unidos a la membrana nuclear.
A lo largo de los cromosomas van apareciendo unos pequeños engrosamientos denominados cromómeros.
En este momento de la profase I sólo es posible visualizar una de las dos cromátidas hermanas de cada cromosoma debido a que ambas se encuentran muy próximas entre sí. No será hasta el final de la profase I cuando se puedan empezar a distinguir las dos cromátidas hermanas de cada cromosoma.
En los cromosomas se puede apreciar un eje proteico que posteriormente tendrá una gran importancia en el apareamiento de los cromosomas homólogos.
PROFASE I
Zigoteno
Los cromosomas homólogos comienzan a acercarse hasta quedar apatereados en toda su longitud. Los homólogos quedan finalmente apareados cromómero a cromómero.
La disposición de los cromómeros a lo largo del cromosoma parece estar determinado genéticamente. Tal es así que incluso se utiliza la disposición de estos cromómeros para poder distinguir cada cromosoma durante la profase I meiótica.
Los cromosomas homólogos se reconocen entre sí gracias a que los telómeros de éstos se encuentran anclados en regiones próximas de la membrana nuclear. Además el eje proteico central observado en el leptoteno pasa a jugar un papel importante en el apareamiento de los homólogas al formar los elementos laterales del complejo sinaptonémico, una estructura proteica con forma de escalera formada por dos elementos laterales y uno central que se van cerrando a modo de cremallera y que garantiza el perfecto apareamiento entre homólogos. En el apareamiento entre homólogos también está implicada la secuencia de genes de cada cromosoma, lo cual evita el apareamiento entre cromosomas no homólogos. Además durante el zigoteno concluye la replicación del ADN (2% restante) que recibe el nombre de zig-ADN.
PROFASE I
Paquiteno
Una vez que los cromosomas homólogos están perfectamente apareados formando estructuras que se denominan bivalentes se produce el fenómeno de recombinación genética, esto es, el intercambio de material genético entre los cromosomas homólogas de cada pareja.
La recombinación genética está mediada por la aparición entre los dos homólogas de una estructura proteica de 90 nm de diámetro llamada nódulo de recombinación. En él se encuentran las enzimas que median en el proceso de recombinación.
Durante esta fase se produce una pequeña síntesis de ADN, que probablemente está relacionada con fenómenos de reparación de ADN ligados al proceso de recombinación.
PROFASE I
Diploteno
Los cromosomas continúan condensándose hasta que se pueden comenzar a observar las dos cromátidas de cada cromosoma, por lo que a los bivalentes del paquiteno los podemos denominar ahora tétradas.
Además en este momento se pueden observar los lugares del cromosoma donde se ha producido la recombinación. Estas estructuras en forma de X reciben el nombre quiasmas. En este punto la meiosis puede sufrir una pausa, como ocurre en el caso de la formación de los óvulos humanos. Así, la línea germinal de los óvulos humanos sufre esta pausa hacia el séptimo mes del desarrollo embrionario y su proceso de meiosis no continuará hasta alcanzar la madurez sexual. A este estado de latencia se le denomina dictiotena.
PROFASE I
Diacinesis
Esta etapa apenas se distingue del diploteno. Podemos observar los cromosomas algo más condensados y los quiasmas.
El final de la diacinesis y por tanto de la profase I meiótica viene marcado por la rotura de la membrana nuclear.
Durante toda la profase I continuó la síntesis de ARN en el núcleo. Al final de la diacinesis cesa la síntesis de ARN y desaparece el nucleolo.
METAFASE I
Comienza con la rotura de la membrana nuclear.
Se forma el huso acromático a partir de los centrosomas que se colocan en los polos de la célula.
Las parejas de cromosomas homólogos se unen al huso en el centro de la célula a través de sus centrómeros.
Los quiasmas son todavía visibles
ANAFASE I
Los cromosomas homólogos se separan y se mueven hacia polos opuestos guiados por las fibras del huso. Como consecuencia desaparecen los quiasmas. (Obsérvese que los cromosomas resultantes son cromosomas recombinantes).
TELOFASE I
Se forman dos nuevas membranas nucleares y se separan las dos nuevas células haploides (n) con 2n cromátidas cada una de ellas.
Esta parte del ciclo meiótico varía de unos organismos a otros, así en algunos no se forma membrana nuclear y se pasa directamente a la segunda división meiótica. En cualquier caso lo que nunca se produce entre la primera y la segunda división meiótica es la síntesis de nuevo ADN.
PROFASE II
En este omento cada célula contiene un número haploide de cromosomas, cada uno de ellos con dos cromátidas.
La membrana nuclear se rompe y comienza la síntesis del nuevo huso acromático.
METAFASE II
Los cromosomas se disponen en el centro de la célula unidos al huso por su centrómero y con cada una de las cromátidas dirigidas a polos opuestos de la célula, formando un estructura llamada placa ecuatorial.
ANAFASE II
Los centrómeros se separan y las cromátidas hermanas son arrastradas hacia polos opuestos arrastradas por las fibras del huso.
TELOFASE II
Se vuelven a formar los núcleos alrededor de los cromosomas situados en los polos.
En esta fase también desaparece el huso acromático y los cromosomas se recondensan.Con esto se habrán formado cuatro células haploides con n cromátidas cada una de ellas.













BIBLIOGRAFÍA
David T. Suzuki, Anthony J. F. Griffiths, Jeffrey H. Miller, Richard C. Lewontin
Genética
INTERAMERICANA-McGRAW-HILL, Madrid, 1992
Anthony J. F. Griffiths, William M. Gelbart, Jeffrey H. Miller, Richard C. Lewontin
Genética moderna
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Biología molecular de le célula EDICIONES OMEGA, Barcelona, 1987
Don W. Fawcett, M.D.
Tratado de Histología
NTERAMERICANA-McGRAW-HILL, Madrid, 1988
Barbara Young, John W. Heath
Wheater's Histología funcional
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